Las aves fósiles de la Antártida y la evolución de los pingüinos

El registro fósil de aves antárticas está restringido casi por completo a la Cuenca de James Ross, particularmente a las Islas Marambio, Cockburn y Vega, situadas al norte y este de la Península Antártica. Los restos más antiguos provienen del Cretácico de la Formación López de Bertodano, y corresponden a Antarcticavis capelambensis, un Ornithuromorpha derivado, probablemente un Ornithurae y las aves modernas Polarornis gregorii y Vegavis iaai, particularmente importantes respecto del origen de las Neornithes. De los niveles paleocenos de las formaciones Cross Valley y López de Bertodano solo se conocen dos esqueletos correspondientes a un pingüino de gran porte (Crossvallia unienwillia) y un anseriforme basal (Conflicto antarcticus). Por el contrario, de la secuencia completa del Eoceno, representada por las formaciones La Meseta y Submeseta, proviene un vasto registro casi ininterrumpido, que permite estudiar en detalle la evolución de los pingüinos y otros grupos representados en menos medida como los Pelagornithidae, Procellariiformes, Gruiformes, Falconiformes, Phorusrhacidae y probablemente Ratites no voladoras. Se trata en su mayoría de aves marinas, costeras, con capacidades importantes de desplazamiento, ya sea por aire como en el caso de los albatros, petreles y aves pseudodentadas (Pelagornithidae), como a través del agua, como en el caso de los pingüinos, que les habrían permitido dispersarse rápidamente y colonizar nuevas áreas australes, entre ellas el sur de América del Sur, y posteriormente desde allí hacia regiones de menores latitudes como son las costas del Perú, donde encontramos especies de pingüinos estrechamente vinculadas a las formas antárticas de gran porte.